Pinar de los Belgas, gestión forestal sostenible

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El 21 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, una iniciativa que vino acompañada de la elaboración de acciones dirigidas a proteger estos ecosistemas y su modo de explotación, así como de instrumentos capaces de generar conciencia sobre la importancia de los beneficios medioambientales, económicos y sociales que proveen los bosques a la vida del ser humano.

Hace más de 180 años una pequeña empresa familiar belga ya aplicó un modelo de buenas prácticas forestales sostenibles, ordenadas y con vocación maderera en El Pinar de los Belgas, trabajando con técnicas precursoras, un objetivo comercial y respeto hacia el medio ambiente que han preservado y mantenido un bosque y un entorno con valores medioambientales y de biodiversidad excepcionales.

También conocido como el Monte Cabeza de Hierro, el Pinar de los Belgas, ubicado en pleno corazón del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, tiene una superficie de 2058 hectáreas que alberga más de un millón de árboles, donde predomina el Pino Silvestre entre 12 especies distintas, 6 de ellas catalogadas como especies protegidas por la Comunidad de Madrid que incluyen acebos, abedules, tejos, serbales y especies más singulares como el roble y la sabina albar. Cuenta con más de 17 especies de matorral, 30 de hongos y 72 especies de fauna, 45 de ellas protegidas y en donde cabe destacar a la colonia de Buitre Negro.
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Juan, un gran conocedor del Pinar, vecino de Rascafría y durante 37 años guía, trabajador y guarda de la Sociedad Anónima Belga de los Pinares del Paular, en el punto geodésico de Cabeza Mediana, al fondo el Parque Natural de Peñalara.

Según los datos del último inventario y a pesar de la gran presión turística que soporta el entorno, el bosque tiene en la actualidad más de un millón de árboles de distintas especies y está considerado como uno de los pinares en mejor estado de conservación de España (MITERD, 2021).

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Pinar de los Belgas, Pico Peñalara visto desde Cerrito Sarnoso

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Historia, salud y sostenibilidad del Pinar

La Desamortización de Mendizábal en 1837 permitió que la propiedad del bosque pasara de los monjes cartujos del Monasterio de El Paular a la Sociedad Anónima Belga de los Pinares del Paular, que desde el primer momento eligió producir una madera de calidad e introdujo una gestión cuidada y planificada de turnos de corta de 120 años para conseguir el ciclo de maduración óptima del pino silvestre, una práctica innovadora en los procesos silvícolas en España donde la explotación sostenible siempre se antepuso a la alta y rápida rentabilidad.

Un ejemplo de este cuidado lo protagonizó D.Henri Dubois, director de la Sociedad Belga, que se negó a la venta de grandes cantidades de madera para la reconstrucción de poblaciones francesas destruidas durante la primera guerra mundial. Esta venta hubiera supuesto la deforestación total del monte.

En contraposición, otros pinares cercanos como los de Malagosto y el Reventón, que también fueron desamortizados y adquiridos por grandes propietarios de la región no corrieron la misma suerte y fueron víctimas de un ánimo de lucro rápido, siendo esquilmados mediante técnicas como la tala a matarrasa.




La Colonia de Buitre Negro

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Mientras recorremos el Pinar Juan me explica que para localizar un nido de buitres no hay que mirar hacía las copas de los pinos, sino a su base, donde el color de sus restos orgánicos contrasta con el del tronco, es la sabiduría de alguien que lleva guardándolo desde hace más de 37 años y que conoce palmo a palmo cada rincón del mismo.

El Buitre Negro es una especie emblemática en el pinar y su protección siempre ha sido prioritaria, en los años 40, Juan Pedro Lecocq, director de la empresa, prohibió cortar los pinos donde hubiese nido, dicha medida, que siguió siendo aplicada por sus sucesores ha permitido hasta nuestros días la óptima reproducción y expansión de la especie, no solo en el pinar, sino en otras zonas del Alto Lozoya. Unido a esto, el buitre nidifica en árboles de grandes dimensiones, una producción también incentivada por la Sociedad, con el fin de obtener madera de calidad para su distribución.

En la actualidad, tanto los señalamientos como otros trabajos silvícolas están limitados durante la época de
cría.


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En la Figura se observa la evolución de la colonia de buitre negro en el monte Cabeza de Hierro. Sombreado en naranja se indican los años en los cuales ha existido actividad comercial extractiva de madera.

Desde 1997 se hace un seguimiento de la colonia de buitre negro del Alto Lozoya, registrándose datos de parejas que nidifican y de la evolución de las polladas, observando un crecimiento constante de la colonia, a excepción del periodo entre 2004 y 2010, periodo que coincidió con una estricta aplicación de la recogida de cadáveres por la “Crisis de las vacas locas”.

A partir de estos datos, la tasa reproductiva del Buitre Negro en el periodo estudiado (1997 a 2021) ha sido de 0.602 pollos por pareja en el Pinar, unos 27, 5 ejemplares nacidos al año, sobre un total de 659 en todo el periodo, que indica la buena salud y desarrollo de la colonia. En 2022 se contabilizaron un total de 75 nidos que la convierten en una de las colonias más grandes de España.




La Madera.

Una materia prima sostenible


La Bioeconomía Forestal favorece la explotación de los recursos naturales y a su vez incentiva el desarrollo de las zonas rurales, cubriendo las demandas económicas y sociales y a su vez promoviendo el uso de materiales y energías renovables. En el caso concreto de España, donde existe una gran extensión de masa forestal se comienza a trabajar en este modelo de desarrollo sostenible, para evitar problemas que aquejan a las zonas rurales como la despoblación o la alta tasa de desempleo.

La madera es una materia prima que con una gestión controlada es totalmente renovable, que necesita menos requerimientos de energía para su producción respecto a otros materiales como el plástico, el cemento, el acero o el aluminio (Fournier-Zepeda, 2008), su uso como energía renovable a partir de leñas sustituye a otros productos que emiten más gases de efecto invernadero como el petróleo.

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La población y la sociedad necesita madera y, aunque resulta complicado entender que las cortas controladas sean herramientas de regeneración y continuidad, la gestión comercial de la madera no solo aporta desarrollo, sino que suministra un sumidero extra en el balance total de carbono del monte (carbono acumulado en los productos madereros) frente a una dinámica sin cortas. 

La capacidad de almacenamiento de carbono se mantiene en un árbol aun habiendo sido ya talado, los muebles o casas de madera almacenan carbono durante cientos de años.

Existe en la actualidad un debate abierto entre dos ideas aparentemente antagónicas respecto al uso de los bosques, que enfrentan la explotación y gestión forestal frente a la conservación de los bosques como “Museos”, pero el trabajo realizado por la Sociedad durante más de 180 años, basado en una explotación ordenada y selectiva ha demostrado que los beneficios medioambientales y socioeconómicos son compatibles.


Gracias a la Ciencia Forestal, que establece la posibilidad de corta en una cantidad inferior al crecimiento ha sido posible que durante este periodo de tiempo La Sociedad Anónima de Belga de los Pinares de El Paular haya cortado la totalidad del monte cerca de tres veces, manteniendo el volumen y calidad de la masa forestal a la vez que se generaba actividad económica mediante el aprovechamiento de la madera y se mantenían estables los niveles de fijación de dióxido de carbono (CO2).
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Diversos estudios realizados por Agresta (empresa dedicada a consultoría forestal) indican que el 28% de los árboles marcados para ser cortados tenían enfermedades producidas por hongos como Chamosos o bien Sarrosos, llegando en un caso al 41%, dichos señalamientos tuvieron siempre un carácter selectivo y productivo, anteponiéndose a las cortas sanitarias. Cabe destacar que únicamente era marcado un determinado porcentaje de estos pies enfermos, dejando el resto sin cortar, a fin de asegurar la presencia de madera muerta y sus microhábitats y especies asociados.

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Esta gestión y explotación forestal llegó a ser un gran pilar en el desarrollo económico de esta zona rural, llegando a dar empleo a más de 100 trabajadores, no solo directamente en el aserradero, sino en otro tipo de labores de selvicultura como en los relacionados con la prevención de incendios.

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Si se optase por una gestión inadecuada en la cual los Montes se convirtieran en “Museos” los preceptos de la Bioeconomía y sus beneficios para el mundo rural se perderían, la sociedad seguiría necesitando la madera, pero sin una explotación comercial se revitalizaría el uso de otras energías más contaminantes como el plástico, o bien podría ser importada de países en donde no existen regulaciones forestales y hay tasas elevadas de cortas ilegales, fomentando de este modo la deforestación y deslocalizando el empleo. 


El coste medioambiental podría ser muy elevado, perdiendo la capacidad de sumidero de CO2 que proporcionan los bosques y no pudiéndose asegurar la persistencia de ejemplares monumentales al dejar de marcarse los pies enfermos o cuando entrasen en senectud, afectando, por ejemplo, en el caso de El Pinar de los Belgas, a la nidificación del buitre.

Pese a la enorme presión turística por su cercanía a Madrid el Pinar de los Belgas está considerado como uno de los pinares más bellos y en mejor estado de conservación de España (MITERD 2021), con grandes espacios abiertos y accesibles producidos por las cortas de madera planificadas.


Toda esta larga historia de planificación y gestión, cumpliendo en todo momento con las normativas y los objetivos ambientales, económicos sociales y culturales dictados por la FAO dieron como resultado que la FSC (Organización Mundial de Gestión Forestal y Sostenible) en España eligiese al Pinar de los Belgas como el mejor modelo local de gestión forestal, sostenible y responsable.

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Según la FAO, el 75% del agua que se consume en el mundo, incluyendo a las ciudades, proviene de las cuencas y humedales forestales. Los recursos hídricos destacan en el Pinar de los Belgas, ya sean permanentes o de carácter temporal. En la imagen el Puente Romano en el Río Lozoya, Valle de la Angostura.

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En la actualidad los bosques cubren un tercio de la superficie terrestre, albergan a más de la mitad de especies terrestres de fauna y flora y acogen a casi un 20% de la población del planeta que depende de ellos para su supervivencia. 900 millones de personas, la mayoría en países de desarrollo, participan y trabajan en la producción de leña y carbón vegetal, mientras que una de cada tres en todo el mundo se sirve de la leña para cocinar sus alimentos. Los combustibles de madera suministran, a día de hoy, el 40% de la energía renovable en el mundo, tanto como la solar, hidroeléctrica y eólica en conjunto.

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Nos encontramos en un momento en el que la pérdida de bosques ha disminuido, pero sigue existiendo, desde 1990 son 420 millones de hectáreas desaparecidas a causa de la deforestación y anualmente se siguen perdiendo más de 3 millones de hectáreas, aunque las áreas protegidas a nivel mundial han aumentado y más de 2000 millones de hectáreas tienen planes de gestión a largo plazo que permitan una explotación sostenible, la mayoría de Europa cuenta con estos planes pero en África y América del Sur menos del 25% de los bosques los tienen.


La gran expansión de la agricultura debida al aumento de población, la urbanización o construcción de infraestructuras y las grandes explotaciones mineras son las principales causas de deforestación y aunque el decrecimiento de los bosques ha disminuido, dando espacio al optimismo, los planes de gestión forestal sostenible como el del Pinar de los Belgas deben servir de modelo para seguir avanzando en el camino de protección de los bosques, un camino que de ser recorrido nos llevará a una convivencia equilibrada y sostenible con estos ecosistemas vitales.
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